Lettre de Guillermo Obando à Émile Zola du 5 décembre 1890
Auteur(s) : Obando, Guillermo
Transcription
Texte de la lettreSan José, 5 de diciembre de 1890
Señor don Emilio Zola.
Paris.
Querido y respectado amigo : Átravés de los mares que nos separan hay entre Ud. y yo pensamentos que nos únen, circunstancias que me da título para llamarlo amigo. Teniendo desde hace tiempo vivas simpatias por Ud, no puedo menos de escribirle esta carta com el objeto de obtener sus relaciones. Permítame pues tener el plácer de hablarle com franqueza y pedirle para éllo la indispensable indulgencia. Extrañeza le causará, Monsieur Zola, que en estos países, Centro América, haya jóvenes entusiastas por sus libros y como yo deseosos de cultivar amistad com Ud.
En 1879, como director, se puso al frente del Instituto Nacional, colegio de segunda enseñanza establecido en esta capital, el doctor don Valeriano Hernanández Herraz, español. A este hombre le debe en gran parte la actual juventud costarricense las luces que la guían. El Instituto Nacional fué creado en 1875 por el General don Tomás Guardia Director de la
[…] [prim]mer director del Instituto Nacional fué el doctor O. Zourmann, suizo, traído por el Gobierno al país en unión de H. Polakousky y R. Bertoglio.
En 1880 cursaba yo el cuarto año, el último para optar el grado de Bachiller en Artes, cuando tuve el gusto de oír por primera vez el nombre Emilio Zola, pronunciado por el doctor Herraz. Nos hablaba en classe de literatura del naturalismo, pintandonos com interés la escena del lavadeiro contenida en L’Assommoir. Entonces desee conocer sus novelas y hoy casi todas las he leído, teniendo á veces el disgusto, porque las he leído en español, de ver capítulos ó passajes destrozados por el traductor, com falsos pretextos.
Por qué me dirá Ud. no las há leído en francês? La respuesta sería una historia, aunque curiosa, impropria de esta carta. Soy partidário decidido del naturalismo, tanto en literatura como en todo lo demás, y sin embargo no he leído á M. Zola sino en malíssimas traducciones españolas. La juventud centroamericana lee todavia en tradiciones españolas las obras de Comte, Littré, Spencer, Darwuin, Büchner, Voltaire, Haubert, […]
mucha lentitud, camina com paso de tortuga.
Es lo cierto, mi estimado señor, que desde 1880 empezaron sus obras á ser leídas por la juventud estudiosa de Costa Rica. Hoy se venden sus novelas en las librerías; los aficionados las conservan; el nombre Emilio Zola se ve citado en los periódicos nacionales. En la escuela y en la sociedad su nombre, M. Zola, es música simpática ó ruído infernal, segun las personas a quienes se hable de Ud. para los clericales es voz del infierno que perturba la consciencia y despierta el fuego de las pasiones; para los románticos que leen á Victor Hugo es enemigo decadente; y para nosotros es Ud. el jefe de la poderosa escuela del porvenir. Pero no habré de confesarle á Ud. mis impressiones.
Le diré á Zola lo que pienso de sus novelas y de las de sus correligionários, entre los que admiro á M. Alphonse Daudet? No hay para qué.
Deseo, si me complace en ello, mantener correspondencia con Ud.
Por último, espero tendrá Ud. la bondade, si le es posible, de obsequiarme su retrato.
Su amigo,
Guilhermo Obando
Señor don Emilio Zola.
Paris.
Querido y respectado amigo : Átravés de los mares que nos separan hay entre Ud. y yo pensamentos que nos únen, circunstancias que me da título para llamarlo amigo. Teniendo desde hace tiempo vivas simpatias por Ud, no puedo menos de escribirle esta carta com el objeto de obtener sus relaciones. Permítame pues tener el plácer de hablarle com franqueza y pedirle para éllo la indispensable indulgencia. Extrañeza le causará, Monsieur Zola, que en estos países, Centro América, haya jóvenes entusiastas por sus libros y como yo deseosos de cultivar amistad com Ud.
En 1879, como director, se puso al frente del Instituto Nacional, colegio de segunda enseñanza establecido en esta capital, el doctor don Valeriano Hernanández Herraz, español. A este hombre le debe en gran parte la actual juventud costarricense las luces que la guían. El Instituto Nacional fué creado en 1875 por el General don Tomás Guardia Director de la
[…] [prim]mer director del Instituto Nacional fué el doctor O. Zourmann, suizo, traído por el Gobierno al país en unión de H. Polakousky y R. Bertoglio.
En 1880 cursaba yo el cuarto año, el último para optar el grado de Bachiller en Artes, cuando tuve el gusto de oír por primera vez el nombre Emilio Zola, pronunciado por el doctor Herraz. Nos hablaba en classe de literatura del naturalismo, pintandonos com interés la escena del lavadeiro contenida en L’Assommoir. Entonces desee conocer sus novelas y hoy casi todas las he leído, teniendo á veces el disgusto, porque las he leído en español, de ver capítulos ó passajes destrozados por el traductor, com falsos pretextos.
Por qué me dirá Ud. no las há leído en francês? La respuesta sería una historia, aunque curiosa, impropria de esta carta. Soy partidário decidido del naturalismo, tanto en literatura como en todo lo demás, y sin embargo no he leído á M. Zola sino en malíssimas traducciones españolas. La juventud centroamericana lee todavia en tradiciones españolas las obras de Comte, Littré, Spencer, Darwuin, Büchner, Voltaire, Haubert, […]
mucha lentitud, camina com paso de tortuga.
Es lo cierto, mi estimado señor, que desde 1880 empezaron sus obras á ser leídas por la juventud estudiosa de Costa Rica. Hoy se venden sus novelas en las librerías; los aficionados las conservan; el nombre Emilio Zola se ve citado en los periódicos nacionales. En la escuela y en la sociedad su nombre, M. Zola, es música simpática ó ruído infernal, segun las personas a quienes se hable de Ud. para los clericales es voz del infierno que perturba la consciencia y despierta el fuego de las pasiones; para los románticos que leen á Victor Hugo es enemigo decadente; y para nosotros es Ud. el jefe de la poderosa escuela del porvenir. Pero no habré de confesarle á Ud. mis impressiones.
Le diré á Zola lo que pienso de sus novelas y de las de sus correligionários, entre los que admiro á M. Alphonse Daudet? No hay para qué.
Deseo, si me complace en ello, mantener correspondencia con Ud.
Por último, espero tendrá Ud. la bondade, si le es posible, de obsequiarme su retrato.
Su amigo,
Guilhermo Obando
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